martes, 13 de julio de 2010

Invitados al ranchito

Una mujer
En la puerta del burdel, un hombre pregona la mercadería a los viandantes. Les ofrece una mujer muy blanca pero cubierta de lunares y otra dada a pulposas fantasías y otra de ojos como espadas y otra capaz de tocar tres instrumentos al unísono y otra que ruge como el rotor de un helicóptero desbocado y otra extranjera y otra que se olvida de su propio nombre en cada recodo de su sexo. Sin embargo, adentro hay solamente una mujer. Sin embargo, el hombre no miente.

Golem y rabino
Muchos cabalistas fueron capaces de crear un Golem, pero no todos lograron que su Golem les obedeciera. Se cuenta la historia de un Golem rebelde a quien cierto rabino modeló a su propia imagen y semejanza y que, aprovechando el notable parecido de sus rasgos, tomó el lugar de su Creador. Esta verídica historia es absolutamente desconocida porque nadie notó la diferencia, excepto la feliz esposa del rabino, que optó por no comentarlo.

Espectros
Si los fantasmas se esconden a tu paso con temblores de sábana, si los esqueletos vuelven a zambullirse de un salto en sus propias tumbas, no te jactes, amigo. Nunca te jactes de asustar a los espectros. Las muecas de terror con que se apartan de tu camino no son más que simulacros con los que pretenden hacerte creer que todavía estás vivo.

Secador de pelo
Digamos que estás con un secador de pelo. Digamos que el secador te ama. Digamos que pretende apoderarse de tu cuerpo por la persuasión o la violencia. Digamos que está soplando aire tibio sobre tu oreja izquierda, tal vez la más sensible. Digamos que podrías desenchufarlo a voluntad, si te lo propusieras. Después, callemos.

Ana María Shua (Casa de geishas, 1992)

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