sábado, 9 de octubre de 2010

Poemas

La confusión es un asunto cotidiano

I)
Ellos justificaban
su locura con Dios, ellos,
antes, decían Dios y la locura
ponía en marcha sus herrumbrados engranajes.
Dios, decían, y la palabra lubricaba
el metálico estruendo, se hacía
gesto, voz,
ambulatorio catecismo pretencioso
buscaba encerrar en una fábula
toda la verdad.

II)
Pero nosotros, muy modernos
estábamos de acuerdo en
que Dios no es una hipótesis
científica, porque
la ciencia no es una creación
de Dios, es de los hombres
y los hombres deciden desde
su intolerable pequeñez qué cosa es
de Dios y qué cosa es
de nosotros, o sea
de los hombres.

III)
Pero ellos gesticulantes
decían también
nosotros y entonces nosotros
pasábamos a ser ellos, nosotros
decían y ellos decíamos y
el tumulto iba creciendo en ese
bar que estaba a la vera
de cualquier ruta.

IV)
Yo me acerqué
a la ventana, me puse
a mirar
los camiones que iban y venían,
algunos con patentes brasileñas.
Entonces recordé
a mi amigo Abelardo que
alguna vez dijo, enarbolando
su vaso de cerveza:
Ernesto es un tipo
que para cada solución tiene
dos problemas.

Alberto Ramponelli (inédito)

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