miércoles, 28 de julio de 2010

Narrativa breve

SOLCITO


Ella era un sol. “Un solcito”, la llamaba su padre. Pero de golpe se tiró toda la noche encima y se apagó. Con una 22, en su propia boca, con su propia mano. Penas del corazón, podría titularse, como en un viejo folletín. “No puedo vivir con esto”, repetía su padre, y ella no podía contestarle porque se había metido en una noche que de tan larga no tenía retorno. Como tomarse un tren con boleto de ida solamente. El tren de la noche, que únicamente va. Pero no se lleva todo. Se lleva lo más importante, sí, el soplo vital que animaba el cuerpo o lo que podríamos llamar el núcleo ígneo del cuerpo de Solcito, y deja de este lado nada más que residuos miserables, pedazos de historias ya irreversibles como la luz de las estrellas muertas, el padre repitiendo “no puedo vivir con esto”, el padre que alguna vez fue policía y ahora está retirado y se encamina hacia una vejez insoportable, el padre que siendo policía le compró a su hija, tiempo atrás, una 22, y le enseñó a usarla, para que tuviera con qué defenderse en estos tiempos difíciles, para que ella dañara primero a quien intentara dañarla. Y eso fue lo que Solcito hizo. Se dañó.
Alberto Ramponelli (inédito)

4 comentarios:

  1. Excelente la elección del nombre Solcito para un relato tan oscuro.
    Alejandra López

    ResponderEliminar
  2. Es fuerte..Un Solcito que se apagó demasiado pronto,y sumió en la oscuridad a su viejo padre..

    ResponderEliminar